Líneas generales
Esta entrada se debe leer conjuntamente con las entradas sobre planes de respuesta humanitaria y llamamientos urgentes, sobre el enfoque basado en grupos temáticos y la organización de la coordinación internacional, así como sobre la evaluación rápida inicial de las necesidades de grupos o sectores múltiples. También consulte las entradas sobre los fondos mancomunados y el Fondo Rotatorio Central para Emergencias (CERF).
El ciclo de programación humanitaria es un marco operacional desarrollado por el Comité Permanente entre Organismos (IASC, por sus siglas en inglés), que establece la cronología de las medidas que se deben adoptar para prepararse, planificar, gestionar, brindar y monitorear una respuesta humanitaria colectiva en situaciones de emergencia humanitaria que no involucren a personas refugiadas, independientemente de que se haya necesitado o no la activación de una respuesta ampliada del conjunto del sistema. Para que su puesta en práctica sea exitosa, se deberá contar con preparación para situaciones de emergencia y mecanismos de gestión de la información, y se deberá establecer una coordinación eficaz entre las autoridades locales y nacionales y los actores humanitarios.
El modelo se fundamenta en planes colectivos con base empírica y en un mecanismo de rendición de cuentas en torno a los resultados, y está dirigido por los equipos humanitarios en los países, a cargo de un Coordinador Humanitario. Los procesos y herramientas que utiliza se centran en los actores humanitarios que trabajan a nivel nacional y subnacional sobre el terreno, no en audiencias externas. El módulo de referencia del IASC sobre el ciclo de programación humanitaria describe los aspectos principales del ciclo.
Nota: El ciclo de programación humanitaria no se aplica en situaciones de emergencia relacionadas con refugiados, pues estas están cubiertas por el modelo de coordinación del ACNUR en materia de refugiados. En situaciones mixtas, en las que las operaciones asisten a personas refugiadas y desplazadas internas, se aplicará la nota conjunta del ACNUR OCHA sobre la coordinación en la práctica en situaciones mixtas, que describe las funciones y responsabilidades respectivas del Representante en el país del ACNUR y del Coordinador Humanitario, por lo que garantiza que la coordinación se optimice y sea complementaria, y que ambos organismos se refuercen mutuamente.
Ciclo de programación humanitaria:
Guía principal
El ciclo de programación humanitaria define las normas de la programación interagencial conjunta en contextos de emergencia humanitaria.
Principios subyacentes:
Protección. La protección de los derechos humanos, de las personas afectadas y de quienes están en situación de riesgo debe estar contemplada en el ciclo de programación humanitaria y en todas las actividades operacionales. En términos prácticos, esto significa que los organismos deben identificar quién se encuentra en riesgo en los albores de una crisis y determinar cómo y por qué, teniendo en cuenta las vulnerabilidades subyacentes. El modelo supone que los organismos analicen y prioricen las necesidades de protección; que adopten un enfoque participativo y fundamentado en los derechos; y que respondan rápidamente ante violaciones de los derechos humanos (“los derechos primero”). Véase la declaración del IASC sobre la centralidad de la protección en la acción humanitaria (de 2013), y la política del IASC sobre la protección en la acción humanitaria (de 2016).
Rendición de cuentas ante las personas afectadas. El ciclo de programación humanitaria demanda que los actores humanitarios escuchen a las poblaciones afectadas durante una emergencia, que se comuniquen con ellas y que promuevan su participación. Se espera que establezcan una relación directa, responsable y respetuosa con dichas comunidades y que se aseguren de que, durante la planificación, la ejecución y el seguimiento, las comunidades se involucren en las decisiones y actividades que las afectan, y ofrezcan comentarios al respecto. Deben implementarse mecanismos de comunicación bilateral y para recibir retroalimentación. Se debe informar a las comunidades afectadas en caso de que no se pudieran satisfacer sus necesidades ni trazar planes para tal fin, y se les deben facilitar actualizaciones periódicas del programa. La buena comunicación entre los trabajadores humanitarios y las comunidades afectadas mejora la confianza y el diálogo, y fortalece la comprensión de las necesidades e inquietudes por parte de los diversos organismos, lo que, a su vez, mejora la calidad de la respuesta. Véanse los “Compromisos contraídos en 2017 por el Comité Permanente entre Organismos sobre la rendición de cuentas a las personas afectadas y la protección contra la explotación y los abusos sexuales”.
El documento “IASC Preliminary Guidance Note on Protection and Accountability to Affected Populations in the Humanitarian Programme Cycle” (nota orientativa preliminar del IASC sobre la protección y la rendición de cuentas ante las poblaciones afectadas en el ciclo de programación humanitaria) esboza acciones que se deben emprender en el ciclo para cumplir los compromisos de rendición de cuentas ante las poblaciones afectadas y garantizar que la protección se encuentre en el centro de la respuesta humanitaria. Dicha nota orientativa complementa el módulo de referencia del IASC sobre el ciclo de programación humanitaria (y las herramientas y directrices sobre la integración de la protección desarrolladas por el Grupo Temático Mundial sobre Protección).
La integración de la protección es un proceso que consiste en incorporar los principios de protección y promover la seguridad, la dignidad y un acceso adecuado a la ayuda humanitaria. La rendición de cuentas es uno de los cuatro elementos principales de la integración de la protección, junto con la participación y el empoderamiento, el acceso adecuado y la garantía de seguridad y dignidad, y la prevención de daños. Las prioridades y los resultados deseados en el ámbito de la protección deben identificarse, aplicarse y alcanzarse de manera conjunta en los distintos sectores y grupos temáticos, y con la participación efectiva de las comunidades. La participación efectiva consolida un enfoque basado en los derechos humanos, empodera a las comunidades, reconoce las diferencias en términos de edad, género y diversidad, garantiza una respuesta transparente a las sugerencias de la comunidad, y aprovecha la complementariedad de las funciones, los conocimientos especializados y los mandatos de los actores humanitarios.
Las cuestiones transversales, como el género, la edad, la discapacidad y el VIH/sida deben reconocerse e integrarse en la respuesta. La igualdad de género reviste una especial importancia. Se deben recopilar datos desglosados por sexo y edad para llevar adelante el análisis de género. Además, el diseño, la ejecución, el seguimiento y la evaluación de los programas humanitarios deben tener en cuenta las implicaciones para mujeres y hombres, (Grupo de Referencia de Género y Acción Humanitaria del IASC, Manual de género para acción humanitaria, 2018) y para personas con discapacidad (véanse las Directrices del Comité Permanente entre Organismos sobre la Inclusión de las Personas con Discapacidad en la Acción Humanitaria, 2019), además de otras dimensiones en el ámbito de la diversidad que puedan propiciar la exclusión y no se hayan considerado.
Medio ambiente. La acción humanitaria debe reconocer que las cuestiones medioambientales subyacen y contribuyen a las crisis humanitarias. Además, la acción humanitaria puede dañar el medio ambiente y tener efectos nocivos sobre las poblaciones afectadas y las comunidades de acogida. Reducir el impacto medioambiental de las intervenciones humanitarias puede facilitar la transición hacia una recuperación sostenible y ayudar a fortalecer la resiliencia de las comunidades afectadas.
Salida y recuperación temprana. Los planes de recuperación deben ponerse en marcha cuando se desata una crisis. Una respuesta debe atender las necesidades de recuperación que surgen durante la fase humanitaria utilizando mecanismos humanitarios que estén en consonancia con los principios del desarrollo. Este enfoque permite a las poblaciones afectadas servirse de los beneficios de la acción humanitaria para crear oportunidades de desarrollo, reforzar su resiliencia y establecer un camino sostenible hacia la recuperación. Para las organizaciones humanitarias, ofrece una vía para alcanzar soluciones duraderas y una estrategia de salida. En ambos casos, los programas que promueven soluciones sostenibles a largo plazo, como una mayor resiliencia de la comunidad y del sistema, deben integrarse al ciclo de programación humanitaria e identificarse expresamente en las estrategias y la planificación humanitarias.
Según el ciclo de programación humanitaria, todos los socios deben:
- Apoyar la coordinación sectorial o entre grupos temáticos y colaborar con los grupos temáticos o los sectores (cuando se hayan activado).
Proceso subyacente: ¿cómo funciona?
Fase previa a la emergencia
Según el ciclo de programación humanitaria, se recomienda que los diferentes organismos adopten una amplia variedad de medidas encaminadas a promover la preparación de la respuesta de emergencia. Esto permite responder de manera más rápida, adecuada y eficiente cuando se produce un desastre. Además, las decisiones que se tomen estarán basadas en información más confiable. El Coordinador Humanitario es responsable de dirigir el proceso de preparación de la respuesta de emergencia, de crear un equipo humanitario en el país (u otro mecanismo nacional similar) eficaz y coherente, y de coordinarlo con las estructuras y planes nacionales. El Coordinador Humanitario debe colaborar estrechamente con el equipo humanitario en el país, con los grupos temáticos o sectores, con las autoridades nacionales y con las organizaciones no gubernamentales (ONG).
Respuesta ampliada
En noviembre de 2018, el IASC presentó los protocolos para la activación de una respuesta ampliada del conjunto del sistema humanitario. Estos protocolos fortalecieron la coordinación de las respuestas ante situaciones de emergencia y sustituyeron los mecanismos de activación para emergencias de nivel 3 que afectaban a todo el sistema, vigentes desde 2012.
Cuando se producen crisis repentinas de gran envergadura o cuando una situación humanitaria experimenta un deterioro significativo como resultado de conflictos o peligros provocados por el ser humano que justifiquen la movilización del conjunto del sistema, el IASC declarará la activación de una respuesta ampliada de todo el sistema humanitario (en adelante, “activación de una respuesta ampliada”). Esta medida de carácter excepcional tiene una duración máxima de seis meses en circunstancias en las que la gravedad de la situación humanitaria justifique la movilización de las capacidades y los recursos del conjunto del sistema, más allá de los niveles habituales, con el objeto de responder a las necesidades humanitarias sobre el terreno. Existe la posibilidad de considerar una única prórroga de tres meses, pero solo en situaciones excepcionales.
En concreto, la activación por parte del IASC de una respuesta ampliada en un país determinado, incluso a nivel subnacional, se justifica cuando la capacidad nacional o local para liderar, coordinar y prestar asistencia humanitaria es insuficiente dada la dimensión, complejidad y urgencia de la crisis.
Este procedimiento implica la activación de diversos mecanismos y herramientas que garantizan que a) el sistema humanitario brinde apoyo eficaz a las autoridades nacionales con el fin de complementar sus capacidades existentes y llevar a cabo un seguimiento de su propio desempeño, b) el sistema humanitario desarrolle capacidades y herramientas adecuadas para un liderazgo y una coordinación competentes, y c) las organizaciones que forman parte del IASC y las entidades responsables de los grupos temáticos instauren sistemas y movilicen recursos suficientes con los que poder cumplir los mandatos encomendados.
En un plazo de 48 horas: activación de una respuesta ampliada del conjunto del sistema humanitario.
En un plazo de 72 horas: se nombra al Coordinador Humanitario y se activan los grupos temáticos pertinentes.
En un plazo de 5 días: se emite un llamamiento urgente.
Para el día 30: se emite un llamamiento urgente; se elabora un plan de respuesta humanitaria.
A los 5 meses: periodo de revisión.
A los 6 meses: fin de la respuesta ampliada del conjunto del sistema (sujeto a una única prórroga de 3 meses).
A los 12 meses: se encarga una evaluación humanitaria interagencial.